Ven,
Jesús, mi Salvador
Divino Cordero;
Ven a mí, dulce Señor,
¡Oh mi Dios, mi amor!
***
Eres
Padre tierno,
Eres buen Pastor;
Eres verbo eterno
Nuestro Redentor.
***
¡Oh
de mi esperanza
Dulce galardón!
Te doy alabanza
Y mi corazón.
***
En Ti
siempre espero,
Aumenta mi fe;
Con amor sincero
Te recibiré.
***
En esta
apariencia,
Divino manjar,
Tu santa presencia
Quieres ocultar.
***
Oh Sabiduría,
Eterno Señor;
Ven en este día
A darme tu amor!
***
Jesús
de mi vida;
Nunca más pecar;
Sólo a Ti rendida,
Mí alma quiere amar.
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No existe verdaderamente
nada mas útil para nuestra salvación que este sacramento
en que se purifican los pecados, aumentan las virtudes y se encuentra
la abundancia de todos los carismas espirituales. Se ofrece en
la Iglesia en provecho de todos, vivos y muertos, porque fue
instituido para la salvación de todos los hombres.
Santo Tomás
Sermón para la fiesta del Cuerpo de Cristo. |
ORACIÓN
A LA SANTÍSIMA VIRGEN [1]
Oh Madre de
piedad y de misericordia, Santísima Virgen María.
Yo, miserable e indigno pecador, en ti confío con todo
mi corazón y afecto; y acudo a tu piedad, para que, así
como estuviste junto a tu dulcísimo Hijo clavado en la
cruz, también estés junto a mi, miserable pecador,
y junto a todos los fieles que aquí y en toda la Santa
Iglesia vamos a participar de aquel divino sacrificio,
para que, ayudados con tu gracia, ofrezcamos una hostia digna
y aceptable en la presencia de la suma y única Trinidad.
Amén.
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ORACIÓN
DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
Aquí
me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro
unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo
al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias,
como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido
al Señor de los cielos y tierra.
Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis
por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi
ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que
así pueda yo recibir el Pan de los Angeles, al Rey de
los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia
y humildad, con tanta contrición y devoción, con
tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención,
cual conviene para la salud de mi alma.
Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento
del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la
virtud y gracia del sacramento !Oh benignísimo Dios!,
concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el
Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María,
que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme
como a uno de sus miembros.
!Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito
Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo
del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto
y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad
del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.
Amén. |
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ORACIÓN
DE SAN AMBROSIO
Señor
mío Jesucristo, me acerco a tu altar lleno de temor por
mis pecados, pero también lleno de confianza porque estoy
seguro de tu misericordia.
Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he
sabido dominar mi corazón y mi lengua. Por eso, Señor
de bondad y de poder,
con mis miserias y temores me acerco a Ti, fuente de misericordia
y de perdón; vengo a refugiarme en Ti, que has dado la
vida por salvarme, antes de que llegues como juez a pedirme cuentas.
Señor no me da vergüenza descubrirte a Ti mis llagas.
Me dan miedo mis pecados, cuyo número y magnitud sólo
Tú conoces; pero confío en tu infinita misericordia.
Señor mío Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre
verdadero, mírame con amor, pues quisiste hacerte hombre
para morir por nosotros. Escúchame, pues espero en Ti.
Ten compasión de mis pecados y miserias, Tú que
eres fuente inagotable de amor.
Te adoro, Señor, porque diste tu vida en la Cruz y te
ofreciste en ella como Redentor por todos los hombres y especialmente
por mi. Adoro Señor, la sangre preciosa que brotó
de tus heridas y ha purificado al mundo de sus pecados.
Mira, Señor, a este pobre pecador, creado y redimido por
Ti. Me arrepiento de mis pecados y propongo corregir sus consecuencias.
Purifícame de todos mis maldades para que pueda recibir
menos indignamente tu sagrada comunión. Que tu Cuerpo
y tu Sangre me ayuden, Señor, a obtener de Ti el perdón
de mis pecados y la satisfacción de mis culpas; me libren
de mis malos pensamientos, renueven en mi los sentimientos santos,
me impulsen a cumplir tu voluntad y me protejan en todo peligro
de alma y cuerpo. Amén.
1.
"¿Cómo podríamos tomar parte en el
sacrificio sin recordar e invocar a la Madre del Soberano Sacerdote
y de la Victima? Nuestra Señora ha participado muy intimamente
en el sacerdocio de su Hijo durante su vida terrestre, para que
esté ligada para siempre al ejercicio de su sacerdocio.
Como estaba presente en el Calvario, está presente en
la Misa, que es una prolongación del Calvario. En la Cruz
asistía a su Hijo ofreciéndose al Padre; en el
altar, asiste a la Iglesia que se ofrece a si misma con su Cabeza,
cuyo sacrificio renueva. Ofrezcámonos a Jesús por
medio de Nuestra Señora". P. Bernadot,
La Virgen en mi vida. [Volver]
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