GOZOS DEL GLORIOSO PATRIARCA
Y ESPOSO DE MARÍA SAN JOSÉ
(Viene de la página
1)
Cuando la visteis en Cinta,
fue grande vuestra tristeza; sin condenar su pureza,
tratabais vuestra jornada;
estorbóla la embajada
de aquel Nuncio celestial.
Sed, José
No tengáis ¡oh
José! espanto,
el Paraninfo decía:
lo que ha nacido en María,
es del Espíritu Santo:
vuestro consuelo fue tanto,
cual pedía caso tal.
Sed, José...
Vos sois el hombre primero
que visteis a Dios nacido;
en vuestros brazos dormido tuvisteis aquel Lucero,
siendo vos el tesorero
de aquel inmenso caudal.
Sed, José...
Por treinta años nos
guardasteis
aquel Tesoro infinito
en Judea, y en Egipto
a donde lo retirasteis;
entero nos conservasteis
aquel rico mineral.
Sed, José...
Cuidado, cuando perdido,
os causó y gran sentimiento
que se os volvió en contento
del cielo restituido;
de quien siempre obedecido
sois con amor filial.
Sed, José...
A vuestra muerte dichosa,
estuvo siempre con Vos
el mismo humanado Dios,
con María vuestra Esposa:
y para ser muy gloriosa,
vino un coro angelical.
Sed, José
Con Cristo resucitasteis
en cuerpo y alma glorioso,
y a los cielos victorioso
vuestro Rey acompañasteis,
a su derecha os sentasteis
haciendo coro especial.
Sed, José
Allá estáis como
abogado
de todos los pecadores,
alcanzando mil favores
al que os llama atribulado:
ninguno desconsolado
salió de este tribunal
Sed, José
Los avisos que leemos
de Teresa nuestra madre,
por abogado y por padre
nos exhorta que os tomemos:
el alma y cuerpo sabemos
que libráis de todo mal
Sed, José
Pues sois santo sin igual
y de Dios el más honrado,
sed, José, nuestro abogado en esta vida mortal.
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DOMINGOS
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Rezar despacio, meditando
estos dolores y gozos:
CUARTO DOMINGO
El dolor: la profecía
de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús
y María.
La alegría: la
predicción de la salvación y gloriosa resurrección
de innumerables almas.
Oh
Santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los misterios
de nuestra redención, glorioso San José; aunque
la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos
que debían pasar Jesús y María os causó
dolor mortal, sin embargo os llenó también de alegría,
anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección
gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número
de almas.
Por
este dolor y por este gozo conseguidnos ser del número
de los que, por los méritos de Jesús y la intercesión
de la bienaventurada Virgen María, han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro,
Ave y Gloria.
QUINTO DOMINGO
El dolor: en su afán
de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente
en el viaje a Egipto.
La alegría: al
tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída
de los ídolos de Egipto.
Oh
custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho
hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis
teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo,
particularmente en vuestra huida a Egipto!, pero cuán
grande fue también vuestra alegría teniendo siempre
con Vos al mismo Dios y viendo derribados los ídolos de
Egipto.
Por
este dolor y este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros
al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas,
y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto
terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María,
vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.
Padrenuestro,
Ave y Gloria.
SEXTO DOMINGO
El dolor: a regresar
a su Nazaret por el miedo a Arquelao.
La alegría: al
regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza
establecida por el Ángel.
Oh
ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis
. admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más
mínimos mandatos; aunque la alegría al traerle
de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo,
tranquilizado luego por el ángel, vivisteis dichoso en
Nazaret con Jesús y María.
Por
este dolor y este gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de
nuestro corazón todo temor nocivo, poseer la paz de conciencia,
vivir seguros con Jesús y María y morir también
asistidos por ellos.
Padrenuestro,
Ave y Gloria.
SÉPTIMO
DOMINGO
El dolor: cuando
sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por
tres días.
La alegría: al
encontrarlo en medio de los doctores en el Templo.
Oh
modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo
perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis
durante tres días con profundo dolor, hasta que, lleno
de gozo, le hallasteis en el templo, en medio de los doctores.
Por
este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del
corazón, intercedáis en nuestro favor para que
jamás nos suceda perder a Jesús por algún
pecado grave. Mas, si por desgracia le perdiéramos, haced
que le busquemos con tal dolor que no hallemos sosiego hasta
encontrarle benigno sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir
a gozarle en el cielo y cantar eternamente con Vos sus divinas
misericordias.
Padrenuestro,
Ave y Gloria. |