ACTO
DE CONSAGRACIÓN
AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA
(Papa Pío
XII)
¡Oh Reina del Santísimo
Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género
humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro
Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia
y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes
calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos,
sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal
Corazón.
En esta hora trágica
de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón,
nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión
con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús,
que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada,
sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces
discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de
sus propias iniquidades.
Que os conmuevan tantas ruinas
materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres
y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes;
tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en
la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes,
tantas en peligro de perderse eternamente.
Vos, oh Madre de misericordia,
impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden
convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que
preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad
por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran
los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad
de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para
que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.
Conceded vuestra protección
a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de
la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos
el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único
Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la
tierra a los hombres de buena voluntad.
Dad la paz a los pueblos separados
por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os
profesan singular devoción y en los cuales no había
casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy
quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced
que retornen al único redil de Cristo bajo el único
verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad completa
para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante
del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza,
la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico,
a fin de que aumente en méritos y en número el
pueblo de los que sirven a Dios.
Finalmente, así como
fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús
la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas
en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda
de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre
nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para
siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que
vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios,
y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os
proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro
de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor,
de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo
el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.
__________
ACTO
DE REPARACIÓN
AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA
¡Oh Inmaculado Corazón
de María, traspasado de dolor por las injurias con que
los pecadores ultrajan vuestro Santísimo nombre y vuestras
excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a
vuestros pies, un indigno hijo vuestro que, agobiado por el peso
de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo
de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas,
dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar,
con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro
amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se
lanzan contra vuestro augusto nombre, todos los agravios que
se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes
con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable
misericordia.
Aceptad, ¡oh Corazón
Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial
cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito
que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra
cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras
glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo!,
que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta
verlo consumado en la gloria. Amén.
Rezar tres Avemarías
en honra del poder, sabiduría y misericordia del Inmaculado
Corazón de María, menospreciado por los hombres.
Terminar con las siguientes jaculatorias:
¡Oh Corazón Inmaculado
de María, compadeceos de nosotros!
Refugio de pecadores, rogad
por nosotros.
¡Oh dulce Corazón
de María, sed la salvación mía!
Avemaría, padrenuestro
y gloria por las intenciones del Papa.
__________
VISITA
AL INMACULADO
CORAZÓN DE MARIA
ORACIÓN
¡Oh Corazón de
María, Madre de Dios y Madre nuestra; Corazón amabilísimo,
objeto de las complacencias de la adorable Trinidad y digno de
toda la veneración y ternura de los Angeles y de los hombres;
Corazón el más semejante al de Jesús, del
cual sois la más perfecta imagen; Corazón lleno
de bondad y que tanto os compadecéis de nuestras miserias,
dignaos derretir el hielo de nuestros corazones, y haced que
vuelvan a conformarse con el Corazón del Divino Salvador.
Infundid en ellas el amor de vuestras virtudes; inflamadlos con
aquel dichoso fuego en que Vos estáis ardiendo sin cesar.
Encerrad en vuestro seno la santa Iglesia; custodiadla, sed siempre
su dulce asilo y su inexpugnable torre contra toda incursión
de sus enemigos. Sed nuestro camino para dirigirnos a Jesús,
y el conducto por el cual recibamos todas las gracias necesarias
para nuestra salvación. Sed nuestro socorro en las necesidades,
nuestra fortaleza en las tentaciones, nuestro refugio en las
persecuciones, nuestra ayuda en todos los peligros; pero especialmente
en los últimos combates de nuestra vida, a la hora de
la muerte, cuando todo el infierno se desencadenará contra
nosotros para arrebatar nuestras almas, en aquel formidable momento,
en aquel punto terrible del cual depende nuestra eternidad. ¡Ah!
Virgen piadosísima, hacednos sentir entonces la dulzura
de vuestro maternal Corazón, y la fuerza de vuestro poder
para con el de Jesús, abriéndonos en la misma fuente
de la misericordia un refugio seguro, en donde podamos reunirnos
para bendecirle con Vos en el paraíso por todos los siglos.
Amén.
Jaculatoria. Sea por siempre
y en todas partes conocido, alabado, bendecido, amado, servido
y glorificado el divinísimo Corazón de Jesús
y el Inmaculado Corazón de María. Así sea. |