Cuandro de Nuestra
Señora llamada "Knotenlöserin" (la que
desata nudos), que se venera desde 1700 en la iglesia de St.
Peter am Perlach en Augsburgo (Alemania). Es obra de Johann
Melchior Georg Schmittdner (1625-1705) y fue encargada en agradecimiento
por una reconciliación matrimonial.
La pintura muestra a La Virgen actuando bajo
la fuerza e inspiración del Espíritu Santo que
está sobre ella en forma de paloma. Está rodeada
de ángeles que le asisten pues ella es la reina. A su
izquierda un ángel le alcanza la cinta llena de nudos,
a su derecha otro ángel recoge la cinta ya desatada. Con
su pié aplasta además a la serpiente, causa y origen
de todos los pecados. En la parte inferior del cuadro, un ángel
guía a un hombre por la oscuridad de la vida. |
El Padre
de las misericordias quería que, antes de la encarnación
de su Hijo, la madre dijera su si, para que así como una
mujer contribuyó a la muerte, así también
una mujer contribuya a la vida.
El nudo de la desobediencia de Eva está desatado por medio
de la obediencia de María. Eva, por medio de su incredulidad,
ató el nudo del pecado, y este nudo lo desató María
por medio de su fe.
Concilio Vaticano
II,
Constitución sobre la Iglesia 56
ORACIÓN
DE CONSAGRACIÓN
Señora y Madre mía,
Virgen Santa Maria, la que desata los nudos; a tus pies me encuentro
para consagrarme a ti. Con filial afecto te ofrezco en este día
cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos, para mirarte; mis oídos,
para escucharte; mi voz, para cantar tus alabanzas; mi vida,
para servirte; mi corazón, para amarte. Acepta, Madre
mía el ofrecimiento que te hago y colócame junto
a tu corazón inmaculado. Ya que soy todo tuyo, Madre de
misericordia, la que desata los nudos que aprisionan nuestro
pobre corazón, guárdame y protegedme como posesión
tuya. No permitas que me deje seducir por el maligno, ni que
mi corazón quede enredado en sus engaños. Enséñame
a aceptar los limites de mi condición humana, sin olvidar
que puedo superarme con la ayuda de la gracia y que agradezca
siempre a Dios por mi existencia. Ilumíname para que no
deseche al Creador por las criaturas, ni me aparte del camino
que el pensó para mi. Amen.
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MARÍA
LA DESATADORA DE NUDOS
Santa María, llena de
la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste
con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue
capaz de enredarte con sus confusiones.
Ya junto a tu Hijo intercediste
por nuestras dificultades y, con toda sencillez y paciencia,
nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras
vidas.
Y al quedarte para siempre
como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros
los lazos que nos unen al Señor.
Santa María, Madre de
Dios y Madre Nuestra, tú que con corazón materno
desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que
nos recibas en tus manos
y que nos que nos libres de las
ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro
enemigo.
Por tu gracia, por tu intercesión,
con tu ejemplo, líbranos de todo mal, Señora Nuestra,
y desata los nudos que impiden nos unamos a Dios, para que libres
de toda confusión y error, los hallemos en todas las cosas,
tengamos en Él puestos nuestros corazones y podamos servirle
en nuestros hermanos. Amén.
(Oración
difundida con el imprimatur del entonces arzobispo
de Buenos Aires, Monseñor Jorge M. Bergoglio) |
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SUPLICA
Santa María,
Madre de Dios, tú que desatas los nudos que no nos dejan
vivir plenamente, recibe nuestra oración:
que en la alegría
demos gracias al Dios de la vida,
y en la tristeza busquemos al Dios del amor;
que en el trabajo encontremos el gozo de su ayuda
y en la necesidad sintamos cercano su consuelo;
que en la enfermedad nos unamos a Jesús en la cruz,
y en la salud sirvamos a los demás;
que en todo momento demos testimonio de Cristo,
y después de una vida feliz lleguemos juntos con vos al
hogar del cielo.
María,
virgen y madre, nadie está más cerca de Dios que
vos, por eso te pedimos que nos sostengas con tus brazos maternales
para que la angustia no invada nuestra vida.
Dios te
salve María...
María,
tú que desatas los nudos, sé para todos la estrella
en la noche oscura, en la noche de lejanía, en la noche
sin compañía.
Dios te
salve María...
María
que tu mano desate el nudo del pecado que oscurece nuestra vida,
para que Jesús brille como luz amiga, luz fiel, luz inagotable
que nos acerca la felicidad sin fin.
Dios te
salve María...
Pedir a
la Virgen en silencio el nudo que se necesita desatar. |