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«Pedid
y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se
os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca
encuentra, y a quien llama se le abre». (Lc.
11, 9) |
ORACIÓN
AL SAGRADO CORAZÓN
DE JESÚS PARA UNA GRAVE NECESIDAD
Oh
Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis;
buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque
todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien
llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas
suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me
infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas
un favor:
(Se ora en silencio
pidiendo el favor)
¿A quién he de
pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable
de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar
sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las
riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde
he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado,
a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del
cual vamos a Dios?
A Ti acudimos, oh Corazón
de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos
y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por
el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia,
la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar
una fuerza superior a las fuerzas humanas.
Creo firmemente que puedes
concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene
límites y confío en que tu Corazón compasivo
encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en
mis angustias, un motivo más para oír mi petición.
Quiero que mi corazón
esté lleno de la confianza con que oró el centurión
romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron
las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los
paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían
que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos
para oír y remediar sus males.
Sin embargo... dejo en tus
manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas
mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido,
sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi
alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación,
mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con
más espíritu de fe.
Cualquiera que sea tu decisión,
nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.
Acepta este acto mío
de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete
tu Corazón misericordioso. Amén.
Padre Nuestro, Ave María,
Gloria al Padre.
Sacratísimo Corazón
de Jesús, en Vos confío. (3 veces). |