DÍA CUARTO
La
Santísima Virgen nos dejó el pilar santo o columna
angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad
de la fe católica en Zaragoza hasta el fin del mundo
Comenzar con las oración
preparatoria para todos los días.
Zaragoza posee una rica alhaja,
un precioso tesoro, una sagrada Columna, que la ennoblece, la
protege, la honra y la ilustra. ¿De quién ha recibido
este regalo tan magnifico, este don tan apreciable, sino de María?
Esta es toda tu felicidad, Católica España, nación
magnánima. La Reina celestial fijó en Zaragoza
esta misteriosa Columna, significando a los siglos futuros, que
perpetuaba gloriosamente entre nosotros el precioso depósito
de la fe que nos había confiado. El orbe católico
admira la firmeza de esta Columna, que se ha conservado inmoble,
en el mismo lugar que señaló la Santísima
Virgen, sin que las conquistas de los romanos, el odio de los
herejes, el furor de los árabes, haya turbado su permanencia.
Todo certifica la grandeza de su fundamento, y la fuerza poderosa
de nuestra Princesa. La India, el Asia, el Africa, sacudieron
el yugo de Jesucristo. El universo entero se admiró de
verse arriano, en expresión de San Jerónimo. Pero
la ciudad de María, fundada sobre la firme Columna, no
ha perdido como Jerusalén, su primitivo esplendor. La
antorcha de la fe, que la Santísima Virgen encendió
en su venida, no se ha extinguido. Innumerables Mártires
que forman la gloria de la religión, y el honor de Zaragoza,
fueron sacrificados en su defensa.
Oración final. ¡Oh Madre de Dios del Pilar!
Haced que veneremos esta Columna de nuestra gloria, anuncio de
tantas felicidades. Sea nuestra fe semejante a su firmeza y peleemos
con valor contra los enemigos de nuestra alma, que confiando
en el auxilio que nos significa esta misteriosa Columna, venceremos.
Cúmplase así, Madre de los españoles, haced
que perseveremos constantes en la fe, y si fuere necesario, muramos
en su defensa, imitando el glorioso ejemplo que nos dejaron nuestros
mayores, y así conseguiremos la palma y la corona que
está prometida a los vencedores, y cantaremos el triunfo
uniéndonos para siempre con el coro de los mártires.
Concededme, Madre piadosa, la gracia particular que os pido en
esta Novena, si conviene para mi salvación. Los Angeles
os alaben. Amén.
Terminar con los oraciones
finales para todos los días.
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DÍA QUINTO
Glorias
y excelencias del santo templo del Pilar de Zaragoza, el primero
del mundo dedicado a la Santísima Virgen.
Comenzar con las oración
preparatoria para todos los días.
¡La misma Reina de los
Cielos y abogada nuestra es la Fundadora de este Templo augusto!
Si nuestros mayores vieron en los primeros siglos de la salud
cristiana, esa Arca de la nueva Alianza, colocada en la humilde
Silo, y bajo un pobre techo edificado por el Protomártir
entre los Apóstoles, nuestro Patrón Santiago, y
sus santos discípulos, nosotros la adoramos ya elevada
a la majestad y magnificencia de este admirable y suntuoso Templo.
¡Oh Trono! ¡Oh monumento de la Reina Celestial! Este
es el primer templo del mundo dedicado en honor de la Santísima
Virgen. Su célebre invocación del Pilar, ha sido
llevada a todas las naciones del Universo, con gloria de su nombre.
¡Oh Ciudad augusta! Tú verás aumentarse la
devoción de los fieles, y el orbe católico será
un emulo de las glorias de este Templo. Porque no es un edificio,
en que haya sólo que admirar la magnificencia, como en
el Templo de Salomón la maravilla de su fábrica,
no; su grandeza es tanto más excelsa, cuanto que no toma
su origen de las obras de los hombres.
Oración final. ¡Oh Reina Celestial! Si me sorprende
la riqueza y primor de vuestro magnífico Tabernáculo,
más bien admiro los tesoros celestiales que en este Propiciatorio
dispensáis a vuestros devotos. ¡Oh templo Angélico!
Gentes d todas las naciones vienen de lejos atraídas de
la fama y honor de tu nombre, y se postran a los pies del trono
de la Madre de Dios del Pilar los pueblos más distantes
de la tierra. Los reyes católicos dejan su trono y vienen
a Zaragoza a adorar tu santa Imagen, ofrecen sus fervientes votos
y consiguen dones y gracias singulares, y transportados de gozo
exclaman, que son mayores los tesoros celestiales que en su santo
Templo dispensa la Santísima Virgen, que la fama misma
de su nombre. ¡Oh Madre tierna! Mostrad que sois nuestra
Madre; haced que se oiga vuestra voz en favor mío, y bastará
para que yo sea dichoso; ponedme a la sombra de vuestra protección,
y estaré seguro. Alcanzadme de vuestro divino Hijo la
gracia de no pecar más mortalmente, sí de servir
con fidelidad y amor a mi Dios y Señor, para que después
de haberos visitado con devoción en vuestro santo Templo,
sea el fruto de mi corazón gozar de vuestra compañía
en el Templo de la gloria. Concededme también la gracia
que deseo en esta Novena, si conviene al bien de mi alma. Coros
celestiales, ensalzad a María, corno Reina suprema de
los Cielos. Amén.
Terminar con los oraciones
finales para todos los días.
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DÍA SEXTO
Respeto
y veneración que se debe al santo templo del Pilar de
Zaragoza
Comenzar con las oración
preparatoria para todos los días.
Por respeto a la Majestad del
Señor que habitaba el templo de Jerusalén, no entraban
los Judíos sin purificarse antes. Los Levitas, aunque
consagrados al culto del Señor, no pasaban del atrio destinado
para los sacrificios. A los Sacerdotes les permitía entrar
en el Santuario a ofrecer el incienso sobre el altar de oro,
pero rara vez tenían este honor. Sólo el sumo Sacerdote
entraba en el Santo de los Santos una sola vez en el año.
Estas precauciones asombrosas se dirigían todas a dar
una alta idea de la divinidad, y a inspirar el respeto que se
le debía en el Templo. Pero estas precauciones son más
para nosotros, que por una gracia inefable, poseemos en nuestros
templos la realidad que se simbolizaba en aquellas nobles figuras.
Por ellas nos enseña el Señor que al acercarnos
al Santuario, debemos sentirnos penetrados de un religioso temblor,
humillarnos y confundirnos, considerando la infinita Majestad
de nuestro Dios y la vileza de nuestro ser. Mas si este religioso
pensamiento, debe excitar mi fe, mi respeto y veneración
a todos los templos; este Propiciatorio y Cámara Angelical
erigida en Zaragoza por mandato de la Santísima Virgen,
tienen otra excelencia, otra dignidad y privilegio grande, que
debe excitar en mí sentimientos y demostraciones de un
santo temor, de una humildad profunda, de un sumo respeto y veneración,
porque éste es el lugar que la Reina de los Cielos eligió
para su culto, aquí fijó sus virginales plantas,
aquí permanecen sus ojos y su corazón hasta el
fin de los siglos. Adoremos esta tierra santa, santificada con
la presencia de Dios y de la Santísima Virgen, y exclamemos
con el Patriarca Jacob: ¡Oh cuán terrible es este
lugar, verdaderamente ésta es la casa de Dios, y la puerta
del Cielo! Así se excitaban nuestros mayores. ¡Con
qué respeto, con qué modestia, con qué devoción
asistían a este Santo Templo! Pero, ¿como ha desaparecido
la fe y la piedad de nuestros Padres? ¡Ah, en los días
más grandes y misteriosos, se advierten mayores excesos
de lujo, de vanidad, y de presunción!
Oración final. ¡Oh gran Señora! Temo
el castigo debido a mis profanaciones, porque considero que mi
Señor y Vos sois celosísimo del honor de vuestra
santa Casa, y que las irreverencias que se cometen en ella las
llama el Señor abominaciones pésimas. Libradme,
Madre amorosa, no permitáis que el Señor descargue
sobre mí los anatemas con que amenaza a los profanadores
de su santo Templo. Yo me aplicaré todo a reformar mi
conducta en una materia de tanta importancia. Asistiré
con todo el respeto que pide la presencia del Señor. No
olvidaré jamás que el Templo santo está
destinado únicamente a la oración y a la celebración
de los más augustos y terribles misterios, y así
entraré en él con el mayor recato, con una suma
modestia y religioso respeto, y o adoraré en espíritu
y en verdad. Sea así, Madre tierna y haced por vuestra
poderosa intercesión, que tenga el debido cumplimiento
cuanto os ofrezco. Concededme también la gracia particular
que deseo, si conviene para mi salvación. Criaturas todas
de la tierra, saludad a María como gran Señora
del Universo. Amén.
Terminar con los oraciones
finales para todos los días.
Días 7 a 9 de
la novena en la página siguiente
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